Año 6


Adolescencia, etapa cerrada

Ignacio Molins


 

En el día de hoy me apetece explicaros un poco como es mi vida y como me va, y así lo voy a hacer, en el día en el que se cumplen seis años desde que padezco una discapacidad física. En apenas un mes cumpliré los 20 años y eso significa que puedo dar por finalizada la etapa de la adolescencia y dar la bienvenida a la vida adulta. Hace ya un tiempo que reflexiono sobre lo que significa ser adulto, me doy cuenta de que es algo que va mucho más allá del número de días transcurridos desde tu nacimiento, yo más bien definiría ser adulto como el tener una actitud responsable y constructiva frente a la vida, y en eso influye no tanto cuántos días han pasado sino el qué o el cómo se ha vivido en los días transcurridos. Dejar de lado una adolescencia inmadura, cortoplacista y demasiado intensa para abrazar una etapa de estabilidad, de confianza en uno mismo y de grandes objetivos marcados, grandes retos donde lo importante no es conseguirlos cuanto antes, sino tener la paciencia y la serenidad para seguir enderezado en el camino del que sabes al final te hará llegar a ellos. Después de la adolescencia, en la que destruimos la casa de muñecas que con ayuda de nuestros padres habíamos montado en la infancia, y en la que nos sentimos perdidos y desangelados al intentar construir nuestra propia casa tan ansiada, seguramente una cabaña en el árbol más alto del bosque. Sin estar preparados, sin saber lo que cuesta y sin saber si eso es lo que realmente queremos. La vida adulta te ordena las ideas, tus intereses, te hace responsable de tu vida, te demuestra que no hace falta construir la casa en el árbol más alto tú solo, sino que has de encontrar ayuda en el camino y que quizás lo más seguro no es construir tu casa en lo más alto del árbol. Te das cuenta de que debes buscarle un sentido a la vida y que la lucha por conseguirlo es lo que marcará tu felicidad. 

 

 

Esta web existe para compartir mis reflexiones sobre mi discapacidad, básicamente como autoterapia y porque creo que puedo ayudar a que la gente sea consciente y valore que ser optimista y alegre frente a la adversidad y la vida vale la pena. Por eso creo que los escritos más profundos pierden todo su sentido sin un seguimiento de vez en cuando de mi vida, de mis logros y de cómo afecta a mi día a día la discapacidad. Me gustaría recapitular algunos de los logros o vivencias de las que más orgulloso me siento, intentando sacar algún mensaje positivo o alguna reflexión de todos ellos. Creo que es bueno a veces pararse, y concienciarse de las cosas buenas que te ha regalado la vida, para poder entonces seguir hacia adelante, sin hundirse en las tormentas. Como decía, la felicidad dependerá de tu actitud frente a la vida, seamos adultos, no nos quedemos para siempre en la adolescencia, pasmados esperando a que la vida sea un camino de rosas, creyéndonos con derecho a recibir algo cuando no hemos dado nada nosotros a cambio. Nos hundiremos a la primera de cambio. Pero si, por contra, estamos dispuestos a ser nosotros las rosas del camino, todo cambiará, no vivimos para recibir, vivimos para dar y para agradecer el mejor regalo que nos han hecho: poder vivir, poder amar y poder ser amados. 

 

La primera experiencia que quiero compartir es el estudiar, el conocer, el saber. Desde el inicio tuve claro que quería centrarme en mis capacidades intelectuales y tumbar mis barreras del conocimiento para compensar de cierto modo aquellas barreras físicas que la vida me había impuesto. Por eso me esforcé mucho en el colegio y ahora estoy cursando los estudios superiores en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona en dos carreras simultaneas: la de derecho y la de Administración y Dirección de Empresas. Lo cierto es que disfruto estudiando, aprendiendo, leyendo, escribiendo y reflexionando. Es el gimnasio del intelecto. Tenemos la suerte de tener una universidad pública de calidad y a precio regalado. Para mí es muy importante leer, investigar, escribir, debatir, formarme, reflexionar… en definitiva, desarrollar mi inteligencia. 

 

En segundo lugar, os quiero hablar del tenis, hace unos años que juego a tenis adaptado en silla de ruedas y lo disfruto muchísimo. Estoy ansioso por empezar a competir un poco más en serio y empezar a ganar torneos. Se ha convertido en algo esencial de mi día a día. El deporte es libertad, tiene su punto de reto personal, de entereza, de entrenamiento, de superación personal, pero sobretodo te hace olvidar de todo lo demás y sentirte libre, sentir que sabes hacer algo, que puedes hacerlo y que lo estas haciendo. Además de desahogarte y de contribuir a tu buena salud. Sin duda, es algo imprescindible para cualquier persona con una discapacidad. De lo mejor que me ha pasado con mi discapacidad es poder jugar a un deporte tan bonito como es el tenis en silla de ruedas. Entrenó en Vall d’Hebron, en la Federació Catalana de Tenis. 

 

En tercer lugar, el viaje de Interrail por toda Europa, de las mejores experiencias de mi vida. Conocer Europa y sentir de cerca toda su historia, 10 chavales con 18 años deambulando por las calles de las capitales europeas y uno de ellos en silla de ruedas, eso da para hacer una película. Fue un viaje muy bonito, muy divertido y sin duda el obstáculo mas grande superado. Un día alguien me dijo, la peor silla de ruedas es la que puedas tener en tu cabeza, las limitaciones que tú mismo te impongas. Cuando sentía que lo de ser joven no era para mí, que lo de salir de fiesta, viajar y hacer locuras era algo para mis amigos y el resto de los jóvenes, que con mi discapacidad no me podía permitir ese nivel de improvisación y de desorganización… pues bien, Interrail fue una buena dosis de juventud. Y me sentó de miedo, me hizo sentirme libre como nunca, que podía conseguir cualquier cosa que me propusiera, me cargó las baterías y creó una página en el álbum de mis recuerdos a la que siempre podré acudir para paliar mis momentos tristes. Y eso no tiene precio. 

 

En cuarto lugar, mi primer amor. Con la universidad llegó ella, la primera que se fijó en mi, o la primera que conseguí, tras mucho empeño, que se fijara en mi. He aprendido lo mucho que cuesta amar y lo mucho que vale la pena. Cómo se aprende, cómo hace que te superes, cómo te hace pensar más en el otro y no tanto en ti, hace que aprendas a pedir perdón y a ser agradecido, hace que sepas compartir tu vida y que aprendas a tener paciencia y a tener respeto por el otro. Me demuestra lo importante que es para los hombres encontrar a una mujer a la que poder amar, nos completa y nos mejora. Este era sin duda un tema que me preocupaba, ¿quién se fijará en alguien que vaya en silla?, las chicas se asustarán, ¿quién va a quererse meter en este marrón? A ella no le asustó y llegó en el momento preciso para hacer que me valorase más y que no me acomplejara. Me subió la autoestima. Se enamoró de mi forma de ser y yo de la suya, sin sillas de ruedas ni demás matices que pudieran importar. Solo ella y yo forjando una amistad que pedía a gritos convertirse en algo más. Y así fue. Después de dos años, seguimos sumando días juntos. 

 

Hasta aquí el recopilatorio de mi vida, y me gustaría que esto me sirviese para recordar lo bonita que está siendo, lo rápida que está pasando y el poco tiempo que tenemos como para perderlo con penas y tristezas. Tened claro que aunque ha habido momentos duros, al final los que transcienden son los buenos, que te recuerdan que esta vida es tuya para vivirla, y que no la cambiarias por nada en el mundo. Os invito a que reflexionéis sobre vuestros logros más preciados y tengáis mucho ánimo para conseguir vuestros objetivos de futuro. Yo aquí estaré para contaros los míos. Muchas gracias.  


Comentarios: 0